domingo, 18 de noviembre de 2001

ARJONA SE CONFESÓ ANTE SUS FIELES SEGUIDORES

© El compositor guatemalteco creó un ambiente íntimo y de confidencias en su presentación

“Si que te amo y que me ames es una ironía, que bendición la mía; despertar junto a ti cada día”, fue el canto recíproco entre el público y Ricardo Arjona en la Plaza de Toros México. El tráfico, la lluvia y los mares de gente no fueron pretexto para que las parejas y los solteros acudieran a escuchar al cantautor guatemalteco en su jornada de romanticismo. El dueto Sin Bandera se encargó de hacer entrar en calor las gargantas de los asistentes con su canción “Entra en mi vida”. Cuatro canciones bastaron para darse a conocer y levantar los gritos entre el público. Ante la desesperación que provocaba el mal clima y la frialdad de las sillas de cemento, apareció Arjona enfundado de negro en un escenario que recreaba la sala de una casa y la barra de un bar público. Para consuelo de aquellos que de lejos sólo veían las siluetas, se adecuaron pantallas gigantes.

Las anécdotas de sus primeros días en nuestro país no esperaron: el bar en la zona rosa donde escribió y tocó por primera vez “Señora de las cuatro décadas”, el taxi que abordó en División del Norte para convertirse después en canción, e incluso, la ocasión en que fue a cantar a los quince años de la hija de un funcionario con tal de conseguir su permiso de trabajo como extranjero, no le dolió reconocer que entró ilegalmente a México y que de alguna manera formó parte de la corrupción. No así se quejó de no encontrar en la farmacia “un ungüento para la espalda de los diputados que ayude como curación de sus mentiras”.

“Dime que no”, “Tarde”, “Lo poco que queda de mí”, “Te enamoraste de ti”, por mencionar algunas, fueron coreadas e iluminadas con una vela aromática que el público recibía en la entrada. Arjona y sus nueve músicos llenaron la plaza de ritmos caribeños. El cantante también destapó sus tristezas y en vez de expresarlas con lágrimas, prefirió ponerles nombre: “Soledad acompañada”. Abrazado a su guitarra el cantautor le confesaba al micrófono que a pesar del éxito y la multitud que lo sigue se siente solo. Como la mayoría de los asistentes, el guatemalteco dejó a un lado su preocupación para cerrar la fiesta con alegría. El ritual de petición de otra que termina con el regreso del cantante, sucedió varias veces en la Plaza de Toros. “Mujeres” fue cierre de la noche, “que hubiera escrito Neruda, que habría pintado Picasso” y que sería de Arjona si no existieran las musas.

Victoria Martínez Enríquez
Fuente: MÉXICO, La Crónica de Hoy.

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