viernes, 12 de febrero de 1999

ARJONA RENOVÓ LA DEVOCIÓN EN LA QUINTA

El músico guatemalteco confirmó su popularidad ante unas graderías repletas de incondicionales suyos que agradecieron un show convincente y dinámico.

En un instante preciso y sorpresivo, Ricardo Arjona hace callar a sus músicos y confía el espectáculo al público de la Quinta Vergara. "Esto puede sobrevivir sin nosotros, nunca el espectáculo ha estado acá, ha estado allá", dice señalando una galería poblada de incondicionales suyos mientras el público, en lugar del cantante, entona con voz firme las estrofas del tema No Estoy Solo. Es la forma que el músico guatemalteco tuvo, la segunda jornada inaugural del Festival de Viña, para verificar el fervor que el público chileno tiene por su trabajo.

Obstinado por su estilo trovadoresco de ecuaciones simples, rebeldía socialdemócrata y progresismo lleno de sentido común, Arjona mostró un show de generoso recursos escénicos, musicales y líricos. Y para darle ambiente a su propuesta, llevó al escenario de Viña un mobiliario completo, propio de un departamento de un ambiente de soltero joven, con ketchenet y living con mesa de centro incluido. Hasta una invitada de alcoba tuvo el departamento de Arjona: su corista, cuyo propósito tuvo en el espectáculo una función más decorativa que vocal. Es cierto, no tan decorativa como la rubia que El Símbolo subió el miércoles al escenario.

Para el concierto con que Ricardo Arjona viene presentando desde el año pasado su disco Sin Daños A terceros (1998), su autor apela equitativamente a su discografía de cuatro títulos. Y como novedad reporta valiosos giros armónicos en el arreglo de canciones como Historia de un Taxi y El y Ella, reinventados en clave de sol cubano por un pianista aventajado con su instrumento. La banda, similar a la que lo acompañó en sus últimas presentaciones de noviembre último por el país, tiene tanta imaginación como la lírica del cantante y encuentra amplios espacios para la improvisación y el lucimiento individual.

Recursos literarios

Ricardo Arjona llega a 1999 con varios avances en su desarrollo artístico. Con el dominio de su ego, guardándose muecas y evitando gestos artificiales como los exhibidos hace no mucho tiempo. En su afán trovadoresco, sigue introduciendo sus canciones con largas historias sobre los tedios y vicios de la clase media latina, el amor por costumbre, el matrimonio, la aventura y otras temáticas que ha tomado por bandera de lucha. Y sigue aferrado a recursos literarios de fácil ecuación como Sueños de PVC y las Ideologías que dividen al Hombre, aunque ahora sin apelar a recursos demagógicos. Calmo, con pleno dominio escénico y, lo que es más importante, con un show convincente y dinámico.

Como el exhibido anoche en el escenario de la Quinta Vergara.

Por Cristóbal Peña F.
Fuente: CHILE, La Tercera

No hay comentarios: