sábado, 17 de mayo de 1997

EL DEBUT CON GLORIA DE LA TROVA DE LOS NOVENTA

Hace un año, muy pocos en Venezuela conocían al cantautor guatemalteco. Ahora es un ídolo. La fama le ha puesto luces de estrella rock a su traje de trovador. Sus dos conciertos en el Teresa Carreño muestran el éxito de su propuesta lírica y musical ante un público ansioso de que le canten las verdades

RAFAEL OSIO CABRICES

Cuando se plegaron las cortinas de la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño, a las 8:20 de la noche, ya el público -con un promedio de edad de 25 años- tenía las manos ardiendo de tanto aplaudir, impaciente porque comenzara el espectáculo. En el escenario estaba una calle, un trozo de plaza con cinco faroles, un conjunto de fachadas que incluían la de un modesto hotel, la del Bar La Cita y la de la Abarrotería del Amor. Los músicos conversaban y leían el periódico en los bancos de la plaza. Poco a poco fueron tomando sus posiciones entre los gritos de la audiencia. Y empezó la música, tranquila al principio, y ya más dinámica cuando Ricardo Arjona comenzó a cantar, escondido en la penumbra.

Inició con ``Noticiero'', aquel tema que describe en tono de amarga sátira la tragicómica realidad latinoamericana. Una luz cenital reveló que estaba leyendo el diario, sobre una de esas sillas que usan los clientes de los lustrabotas en las viejas plazas. El cantante caminaba de un lado a otro del escenario, sin bailar jamás, con la actitud de quien narra anécdotas a un grupo de amigos.

Era tanto el entusiasmo de la gente, y tan eficiente el clima de camaradería que fue fomentando la actuación de Arjona y su banda de siete músicos y dos coristas, que la sala parecía más pequeña. Por momentos, hacía efecto la ilusión de que se estaba más bien en la cantina de alguna ciudad mediana, que no eran miles los presentes sino una docena de personas sentadas alrededor del alma de la fiesta, Arjona, todo de negro y de melena suelta. Saludó al terminar un trío de piezas movidas y dijo que ``si nosotros estamos haciendo lo que nos gusta, y ustedes están aquí por su propio gusto, entonces lo que va a salir de aquí es un bombardeo de emociones''.

Fue una profecía certera. El público coreó todas las canciones, y se puso de pie hasta en las baladas. Bailó con la famosa ``Taxi'' y enseguida aprobó la explicación del cantautor acerca de por qué, para ser amantes, el hombre y la mujer deben ser distintos. ``A mí me bastaron 14 días para aburrirme de una relación perfecta en la que siempre estábamos de acuerdo''. contó.

La parte femenina del aforo fue la más entusiasta. Posiblemente Arjona sea el más notorio caso del trovador que se transforma en sex symbol. Varias muchachas intentaron subirse al escenario y dos de ellas lo lograron, lo que Arjona premió con un cariñoso beso en la mejilla. Otras dos le llevaron flores. Cuando cantó junto a una de sus coristas, sentados ambos en un banco, una de las féminas gritó ``­qué envidia!''. Si además hubiera bailado, más allá de sus manotazos al aire y sus brazos abiertos en cruz -las comas y puntos de sus discursos- , tal vez hubiera causado un arranque de histeria colectiva. Las mujeres a las que tanto canta amenazaban con derribar el teatro.

La banda multinacional superó las expectativas. Quien más se preocupó por obtener los vítores fue el saxofonista, de origen cubano. Una de las coristas, de brillante pelo negro, sorprendió con su destreza de soprano. El baterista brindó un solo satisfactorio por lo original y un geniecillo de boina roja se robó el show tocando la guitarra acústica, el bandoneón y el piano. Con este último, a solas con el cantante, el virtuoso hizo la que fue la mejor interpretación de todo el concierto, ``La chica de la tele''. Otras grandes piezas fueron ``Tu reputación'', ``Me enseñaste'', ``Ella y él'' y ``Si el Norte fuera el Sur'', de intención rocanrolera. En el regreso, luego de la primera despedida, Arjona cantó solo con su guitarra dos piezas más y estrenó un tema contra el aborto. Cerró con ``Mujeres''. El concierto de dos horas tuvo un valor agregado en el juego de luces y flaqueó en el sonido. La guitarra eléctrica y la percusión auxiliar se perdían bajo los demás instrumentos y la potente voz del guatemalteco. Ricardo Arjona dio más de lo que se esperaba, un show con alma y de primera, que le garantiza nuevos fanáticos y más conciertos en los años por venir.

LEYENDA:
Posiblemente Arjona sea el más notorio caso del trovador que se transforma en sex symbol
Fuente: VENEZUELA, El Nacional

No hay comentarios: