viernes, 16 de octubre de 1998

ESPEJO DE REALIDADES

Se ha dicho que Ricardo Arjona es el cantautor del milenio y si le pregunta a los cuatro mil jóvenes que anteanoche desfilaron por la Sala de Festivales del Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré, ellos le contestarán que sí lo es porque es el único que ha podido sintetizar en un solo discurso las propuestas de Serrat, Blades, Cortéz, Milanés, el boricua Glenn Monroig y la suya propia.

Desde una tierna balada, un rock electrizante, una trova suramericana o un poo tropical, Arjona es un juglar de la cotidianeidad urbana latinoamericana. Un poeta de la juventud que le compone y canta al amor, a las injusticias sociales y a los conflictos humanos partiendo, muchas veces de sus propias experiencias y manejando la ironía, el erotismo, el sarcasmo, el humor negro y la ternura con una inspiración sutil e incomparable.

Escuchar a Ricardo Arjona es como pararse frente a un espejo, donde cada cual descubre su realidad. Su música es visual. En sus canciones palpitan los dramas de la vida. Son comparables con una película de la que todos somos protagonistas, extras y cómplices. ¿Quién no ha apretado el botón del pánico al presentir que Se nos muere el amor? ¿Cuántas parejas perseveran, a pesar de sus incompatibilidades, como Ella y él? ¿Quién no ha sentido, al menos por un segundo, que vive en una Casa de locos? ¿Qué adolescente no ha encontrado cómo darle las Buenas noches a Don David o qué jovencita, angustiada por la noticia de un embarazo no deseado, ha decidido iluminar al mundo Con una estrella en su vientre?

Historias, como la farsa de la Señora de las cuatro décadas, que interpretó sin la intención de hacerle daños a terceros. Dramas llevados al pentagrama que el miércoles le merecieron el aplauso unánime de una concurrencia que hizo suya cada interpretación, cantando, palabra por palabra y frase por frase, con admirable sentimiento.

El miércoles, pues, Ricardo Arjona fue amo y señor de Bellas Artes, recinto donde el cantautor y guitarrista guatemalteco presentó un espectáculo diferente al que en agosto del año pasado escenificó en el Coliseo Roberto Clemente. Una producción extraordinaria -coordinada por la promotora puertorriqueña Maritza Casiano- que en diciembre debe encabezar la lista de los mejores espectáculos del año. Un show de una logística y un montaje ingenioso al cual el propio Arjona aportó el libreto.

La puesta en escena es digna de un gran aplauso. Como un tablero de ajedrez, cada pieza o elemento, como el fonógrafo y la aspiradora, ejerció una función específica en la producción. La escenografía (confeccionada por Félix Vega) simuló el interior de una residencia común y corriente, con su ama de casa, interpretada por la corista Elizabeth Meza. La sala, cocina, alcoba, el baño y la terraza fueron los espacios desde los cuales tocaron los músicos. La enorme pantalla colocada al centro del escenario simuló la tele que acompañó la soledad de la mujer. Recurso idóneo para recrear mediante un montaje de fotos la vida de Ricardo Arjona y muy útil para complementar con vídeos las historias del cantautor.

Ambientando a la perfección la escenografía de Félix Vega, Jorge Garrido fue artífice de un diseño de luces estupendo. El sonido, dolor de cabeza de muchos productores, fue agradable. En la dirección musical Víctor Patrón aportó acompañamientos exquisitos, aunque pudo ensayar un cuarteto de cuerdas local para recrear en el concierto la indumentaria acústica de los nuevos temas de Arjona, quien se acompañó a la guitarra en piezas como la hermosa balada romántica Olvidarte.

Fue un espectáculo inolvidable. Los conciertos de Arjona continúan hoy a las 8 p.m. y mañana, con dos funciones a las 7:30 p.m. y 10:30 p.m. El domingo se presentará en el Coliseo Roberto Clemente a precios populares.

Por: Jaime Torres Torres
Fuente: PUERTO RICO, El Nuevo Día

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