lunes, 16 de noviembre de 1998

EL TRIUNFO DEL AMOR

El hombre que el jueves 5 presentó, ante más de tres mil personas, en el teatro Gran Rex, su último disco, Sin daños a terceros, es de Guatemala, tiene 34 años y aprovecha sus reflexiones para conquistar, aún más, a sus fans. Al igual que el baladista español, está considerado como otro de los fenómenos del pop melódico. Y una muestra de ello es el largo ciclo de recitales que se reinicia mañana y que continúa, sin pausas, hasta el martes 24.

Este hombre, que se hizo conocido por contar historias de la vida cotidiana con un lenguaje bastante crudo para lo acostumbrado en el género, también se muestra seguro. Pero, a diferencia de Sanz, es menos contundente: "Definirte es como meterse en un cuarto, cerrar con llave y no poder salir. Es no dejar puertas abiertas para tener acceso a alguna idea que esté dando vueltas por ahí. Yo prefiero no conocerme tanto ni saber exactamente quién soy, para tener chance de tener un poquito de sorpresa conmigo mismo. Cuando ya sabes adónde vas, qué querés y cómo lo querés... estás perdido", dice mezclando el tuteo y el voseo.

¿Cuál sería el ideal, entonces?

A mí me gustan las contradicciones. Me llama la atención. Hay temas viejos con los que ya no estoy de acuerdo.

¿Cómo sucede eso?

Una charla, la calle, los viajes, un libro... todo eso te puede cambiar la vida completamente. Y uno debe ser una especie de puerta abierta para dejar entrar toda esa clase de información.

¿No puede eso desviar tu carrera?

Uno debe subirse a su trabajo, como si fuera una nave, y dejar que éste te lleve por ahí. Porque si manejás toda la situación empezás a creerte todo lo que hay alrededor. Y comenzás a padecerlo. Dependes de cifras, de récords...

¿Le tenés miedo a eso?

Lamentablemente esta carrera te hace un trueque: de ser observador pasás a ser observado. Y esa es otra de las contradicciones que tiene este trabajo. Algo que uno debe tomar como "el precio". A mí, lo que realmente me gusta es pararme en un escenario. Y para llegar a eso debo resignar cosas.

¿Cómo cuáles?

Pequeñas cosas que te quitan las ganas. Cosas que notás cuando subís a un escenario y estás nervioso, por ejemplo.

¿Te pasó alguna vez?

Con Historias realicé una gira de casi dos años. En uno de los recitales, yo estaba hablando en el camarín de fútbol y nunca me di cuenta de que la banda llevaba más de ocho minutos de darle vueltas a la introducción. Dos días después avisé que suspendía la gira.

¿Cuáles son tus temas con los que ya no estás de acuerdo?

Te conozco creo que es imposible. Conocerse a uno mismo ya es difícil y conocer a una mujer aún más. Además, conociéndola te privas de descubrirla.

¿Cuándo te diste cuenta de que no estabas de acuerdo con el tema?

Hace un tiempo. Pero la sigo defendiendo arriba de un escenario, porque en ese momento me pasaba, lo sentía.

¿Te arrepentiste de algún tema de tono social?

Es diferente. Eso responde a una realidad universal. El problema de los temas sentimentales surge cuando uno se enamora, porque se pueden cometer las cosas más hermosas y estúpidas que uno jamás imaginó.

¿Tenés relación con el resto de los artistas melódicos?

Soy poco farandulero. Conozco a muchos de los artistas latinos, pero no tengo relación con ellos. Me cansa estar rodeado de gente que hace lo mismo que yo porque casi siempre se habla de lo mismo.

¿Cuáles son los momentos que elegís para componer?

Si existiera un horario o lugar dejaría cualquier cosa por estar ahí. Escribo en todo momento. Llegué a comprarme un grabador de periodista para reflejar imágenes. Pero escribo en servilletas, papelitos... Ahora se me está dando por componer antes de los shows. Y sirve. Hasta mandé a traer mi guitarra desde Guatemala, porque la necesito. No aguanté.

¿Qué lugar ocupa la música en tu vida?

En una escala de valores entre las tres primeras. Además, la familia, mi esposa, mis hijos, los amigos...

No hablás nunca de tu familia.

No quiero mezclar. Ni siquiera hablo con ellos de mi carrera. Sólo cuando me preguntan, les digo que todavía me falta mucho por hacer. Mi trabajo es éste, hago canciones, y no tengo por qué dar explicaciones de mi vida privada.

¿Te molesta ser observado?

Son las reglas del juego. El estar metido en todo es un peso difícil de aguantar. Es complicado ser un observador enfermo, y creo que a veces lo soy. Pero de esa observación enferma surgieron muchos temas, por eso me arrepiento poco.

¿Cuál es tu tema preferido?

El que tengo en mente y todavía no escribí. De verdad.

Fuente: ARGENTINA, Clarín
Por: Gustavo Hoyle

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