viernes, 25 de marzo de 1994

DE MUJERIEGO A TROVADOR

Es alto de estatura y grande como artista, pero vive con la sencillez que aprendió en su juventud de barriada. No le fastidia la incomodidad pasajera de un cuarto de hotel, ni el formalismo de las recepciones a las que se ve obligado desde que su carrera lo convirtió, de un momento a otro, en uno de los más queridos cantantes hispanos. En la siguiente nota nos cuenta como fue su infancia en el barrio, su juventud revolucionaria, su incursión en la música, la autenticidad de sus temas y sus amores.

Fue un niño común, que escapaba a la vigilancia de sus padres para estar en compañía de sus amigos de cuadra. "Era muy amiguero y revoltoso. Siempre me gustó la calle, por lo cual tuve muchos problemas con mis padres, pero poco a poco logré crear un ambiente de independencia frente a ellos". Independencia que le sirvió para que a los diez años ya fuera un hábil deportista, en fútbol y basquetbol. Por aquella época tuvo por primera vez una guitarra en sus manos. "El ser artista es culpa de mi padre, él me enseñó a tocarla. A mí me gustaba, pero en un principio no quise ser cantante".

Ricardo nunca supo que quería ser en la vida, hasta que la juventud lo cogió por sorpresa y se dio cuenta de que era el momento de sentar los pies sobre la tierra. Y como le gustaba bastante escribir y cantar, se dedicó a ello. Pero apenas tomó esa decisión, no imaginó que llegarían tan pronto los reproches de sus padres. "Como ser artista no te garantiza ni futuro ni estabilidad, mis padres se opusieron rotundamente a que me dedicara de lleno a componer y a cantar. Tuve entonces que estudiar comunicación y entre los salones de clase, las canchas de básquet y las melodías de mi guitarra, logré obtener el cartón que tanto anhelaban mis padres. Luego, sí pude hacer lo que me venía en gana", confiesa Arjona.

Ricardo Arjona nació en Antigua de Granada, una pequeña población a cuarenta minutos de Guatemala. "Es un lugar hermoso, allí viví hasta los dos años, luego me trasladé a la capital. Fue justamente ese ambiente el que marcó las letras de mis canciones", afirma. Estudió en un colegio de monjas, después en uno semi-militar y al final en el más convulsionado de la historia de Guatemala, el Instituto Rafael Aquechi, una especie de volcán donde se fraguaban las huelgas nacionales de estudiantes, en una época difícil como todas aquellas en las que impera un gobierno militar, con cientos de estudiantes desaparecidos. "Crecí en ese ambiente de rebeldía, bebía a diario, estaba reñido con todo, y la reacción de mi cuerpo fue canalizarla por medio de la música y expresarla", arguye.

En un principio sus temas llevaban un tinte de denuncia, situación que manifiesta haberle dejado muchos problemas, pero más que eso, se ganó el respeto y el liderazgo de sus compañeros de universidad. Además de la rebeldía, su carrera ha tenido otra huella: el trabajo riguroso. "Mi soledad es absoluta y me molesta mucho que alguien me interrumpa cuando estoy trabajando".

El amor es puro masoquismo

Muchas mujeres se preguntan como será este hombre que fue capaz de dedicarles una canción tan bella, todo un himno para muchas. "Fui mujeriego; ahora no tanto, pero nunca tuve dos novias al mismo tiempo y mis noviazgos eran formales. Esta carrera te desbalancea mucho; al principio nadie te llama por teléfono y luego todas quieren salir con uno; sin embargo, actualmente tengo dos amores: una mujer - a quien quiere tener muy aparte - y mi profesión". Para Arjona, en la vida no hay mayor masoquismo que el amor. "Si no sufriéramos con el amor, éste no tuviera chiste", dice.

Arjona es para muchos de sus admiradores solo un cantante, pero la verdad es más que eso, es un creador, pues compone sus propios temas. Incluso empezó escribiendo para otros intérpretes, lo cual ahora a dejado de hacerlo. "Yo no hago canciones para los medios, yo escribo para mi, me nace hacerlo. Tampoco canto para agradar a nadie", asevera. Como compositor, una de las influencias que tiene es la del laureado escritor Gabriel García Márquez.

Su actitud artística, asimismo, está en contra de la música comercial, pues opina que está mal interpretada porque solo se hace para vender, siguiendo la fórmula de hacer temas cortos y repetitivos. Su álbum "Animal nocturno", lanzado al mercado el año pasado, ha vendido solo en Centroamérica cerca de un millón de copias. Mujeres, Primera vez, Quién diría, Jesús es verbo no sustantivo, etc., son claras muestras de lo que se dice.

Le preocupa también ser un cantante de moda, porque considera que la moda le hace daño al artista. "Cuando uno se transforma en moda, el artista se acaba, deja de ser creador y se convierte en imitador". A raíz de su participación en la telenovela "Alcanzar una estrella", lo han llamado para hacer papeles estelares en otras telenovelas, lo cual él no ha aceptado, pues dice que no hay nada peor que ocupar un sitio que no le corresponde. "Creo que vivo la dicha de trabajar en lo que amo. Voy a donde quieran, y cuando ya nadie me llame para cantar, igual seguiré escribiendo y pasándola bien, como en la antigua calle de mi barrio, libre y sin condicionamientos".

Fuente: Revista Telecolor